08 diciembre, 2005
Racismo en Francia, pero, ¿en qué sentido?
Un charcutier devant la justice pour discrimination à l'embauche
L'artisan ne voulait pas employer de musulmans à cause de leur réticence à toucher du porc.
Béatrice Pujebet
[07 décembre 2005]
Un carnicero ante el tribunal contra la discriminación en la contratación
El artesano no quería emplear a musulmanes a causa de sus limitaciones para tocar la carne de cerdo.
« Mi padre buscaba a un empleado de cocina para sus embutidos. EL INSTITUTO NACIONAL DE EMPLEO FRANCÉS nos envió a una treintena de candidatos. Varios preguntaron si iban a tocar de la carne de cerdo, lo que era evidente. Mi padre entonces acudió al INSTITUTO NACIONAL DE EMPLEO FRANCÉS para especificar en el anuncio que el trabajo necesitaba de contacto con aquella carne. Y es ahí dónde todo se agravó. » Agravado hasta tal punto que Guido Lefèvre comparecía ayer delante del tribunal de Compiègne para discriminación a la contratación.Según su hijo, la discusión con el INSTITUTO NACIONAL DE EMPLEO FRANCÉS había sido malinterpretada: « el consejero pensó que este añadido en el anuncio significaba que mi padre no quería a Negro ni Árabe. »
Todo habría podido quedarse allí si, el enero pasado, el INSTITUTO NACIONAL DE EMPLEO FRANCÉS no hubiera enviado a Ibrahima Gadio, francés de origen senegalés, a la carnicería. « Sin avisarnos, mientras que teníamos a una joven mujer en período de prueba », afirma Silvano Lefèvre. « Apenas entró, le comunicaron a mi cliente que el puesto ya estaba adjudicado », cuenta la abogada del joven hombre, ME Bénédicte Meunier. Sorprendido, el agente del INSTITUTO NACIONAL DE EMPLEO FRANCÉS recuerda inmediatamente al carnicero, que se enfurece al teléfono. « El altavoz fue conectado y varias personas oyeron a Sr. Lefèvre decir que no quería a Negro ni Árabe », asegura la abogada. EL INSTITUTO NACIONAL DE EMPLEO FRANCÉS
inmediatamente informó la Comisión para la promoción de la igualdad de las posibilidades. La Inspección del trabajo y el ministerio fiscal se hicieron cargo del asunto mientras que, por su parte, Ibrahima Gadio, apoyado por SOS Racismo, denunciaba. Ayer, se dictaron contra el carnicero dos meses de prisión con prórroga y 800 euros de multa . El juicio será devuelto el 17 de enero.« No estoy en pecado cuando trabajo a la carne de cerdo »
« Posiblemente hubo excesos de lenguaje, -reconoce Juan-a Pablo Roussel, presidente de los carniceros de la Oise-, pero, en nuestro oficio, no podemos emplear a alguien que se niegue a trabajar la carne de cerdo. » El caso de Ibrahima Gadio directamente no está vinculado con esta obligación religiosa ya que el joven hombre ya había trabajado en restauración. En cambio, esta interdicción complica las relaciones de la profesión con sus futuros empleados. « No tenemos aprendices musulmanes en embutidos, comprueba Patrick Mounaix directivo de los centros de formación de aprendices de la Oise. Y los alumnos carniceros van a formarse en carnicerías hallal.»
« Cuando se me explicó la formación, no sabía que, en el examen del CAP, debería trabajar en la carne de cerdo », cuenta Samira Elmir, que quiere crear su propia carnicería oriental, estilo gran gastronomía. Alrededor de mí, las opiniones divergían. Pero, en la mezquita, nos dijeron tomar la religión por el lado más simple: no estoy en el pecado cuando trabajo con la carne de cerdo.» En cambio, a las mujeres jóvenes se les prohibe probar. «Es mi profesor quien lo hace y, para los exámenes, me dio instrucciones muy precisas. »
Si en verdad, ese carnicero evitó contratar al joven musulmán simplemente por cuestiones religiosas, realmente se merecería el castigo, pero entonces, ¿el racismo le sobrevino de repente? ¿Y por qué aceptó a los otros candidatos con anterioridad? El único problema que tuvo con ellos, fue que se negaron a trabajar con carne de cerdo. ¿Tenía que ser adivino el carnicero para saber que en concreto, éste último, sí que estaba licitado para tocar dicha carne?
Aplicando la racionalidad a la noticia, y la he leído varias veces, no encuentro signo de racismo, sólo de que esa persona tiene un negocio en el que se debe trabajar con una carne que, la población musulmana, se niega a trabajar. De los candidatos que hubo para el puesto de religión musulmana, todos se negaron a tocar al cerdo, aludiendo a su religión, lo cual es perfectamente respetable, y simplemente el dueño de la carnicería pidió que no se le enviara a más gente con limitaciones a la hora de trabajar. Yo eso lo entiendo.
Lo que no entiendo es que la prohibición de tocar la carne de cerdo sea aleatoria y sexista: los hombres, si hay de por medio una denuncia, medios de comunicación y SOS Racismo, sí que pueden tocarla, las mujeres, ni aún así.
Creo que vamos de cabeza hacia el absurdo. No entiendo por qué esa persona ha sido condenada, porque si yo tuviera un negocio cárnico, tampoco podría contratar a musulmanes, y no por racismo, sino simplemente porque no van a poder trabajar al mismo ritmo que el resto.
Hace poco, envié a mi hermano los postrecitos navideños propios de España, entre otros, los polvorones, y en éstos tuve que especificar que mi cuñada no los puede comer, porque llevan manteca de cerdo y ella es musulmana. A ella no se le va a caer el mundo por no comerlos, ni a mí por avisarle. Es algo normal, natural. Los problemas nos llegan cuando tratamos de llevar las cosas a terrenos absurdos, como es éste caso.
Lo siento por el carnicero. Muy injusta la condena, y derivada de los extremos a los que nos lleva el miedo a que nos encuadren como racistas, o defensores de los mismos. Sinceramente, eso es lo que ha pasado con ese juez, porque si no, no entiendo el veredicto.
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