Tierra de Hombres

06 junio, 2006

A aquellos de lágrima perenne...

Sí, me refiero a aquellos que tienen una ausencia en sus familias, en sus casas, en sus camas, en sus fotografías familiares, en sus reuniones, en sus celebraciones. Aquellos que han crecido sin un padre o sin una padre o sin los dos, porque alguien decidió, hace más o menos años, que no tenían derecho a vivir, y que segando su vida se iba a lograr algo.

Me refiero a esas víctimas silenciosas o no tan silenciosas, más recientes o más antiguas, que han perdido a una o a varias personas, pero al fin y al cabo, víctimas, que a su no pequeño dolor por esa ausencia, han de sumar ahora otro dolor por el olvido, por la falta de interés, y sobre todo, por la mentira.

ETA lleva persiguiendo y matando a personas con nombres y apellidos decenas de años, pero por alguna extraña razón, quien sabe cual sea, cuando algo conlleva más de un puñado de víctimas pasan de ser fulanito, menganito, etc., a ser uno... dos... tres... cuatro...

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Esas son exactamente las víctimas que ETA nos ha dejado, y con cuya sangre ha llenado nuestras calles, prácticamente sin excepción.

Francisco, Patricia, Víctor, Silvia, Pedro, Maria Fernanda, Manuel, Teresa, Jose, Inmaculada, ...

Fernández, Hidalgo, Dalzberber, Redondo, Blanco, Irusta, Jaúregui, ...

Nombres... apellidos... y no seríamos capaces de identificarles.

A estas personas, a sus familias, tenemos muchísimo que agradecerles, porque han dado su vida por nosotros. Esa vida que es lo único que tenemos las personas, ellos la han perdido en nombre de quién sabe qué, dicen que en nombre de un cacho de tierra, otros dicen que en nombre de la libertad, pero jamás pensé, ni pensaré que esas cosas tan nimias merezcan una vida. De nadie.

La verdad es que sus vidas fueron exterminadas en nombre de la locura, de una pandilla de asesinos, sin adjetivos ni aditivos que les quite el mérito o demérito que dan las bombas y las pistolas, el tráfico del terror. Sin más. Y ahora, lo que importan no son los nombres y apellidos, esos que desconozco de todos, sólo conozco de algunos, esos... ya carecen de valor, porque estamos en una situación en la que lo importante, son esos aditivos que transforman lo que antes era terrorismo en "conflicto", lo que antes era el brazo político de ETA en "partido político ilegalizado", y lo que antes eran unos asesinos en "presos", y peor aún, como se dijo en el Congreso (sin réplica presidencial) la semana pasada, "presos políticos que deben ser acercados al País Vasco".

Esa perversión del lenguaje de la que tanto se quejan, y que hace que se confunda "tregua" con "abandono de las armas", o peor, que se quiera crear esa confusión. Ese lenguaje que provoca que haya gente, aún hoy, tras dos meses de insulto a la democracia, que siga pensando que "el proceso de final del terrorismo funciona"...

¿Qué ha cambiado? ¿Qué se nos ha ofrecido? ¿Qué nos depara el futuro? ¿Qué ofreceremos nosotros?

¿Qué más puede perder el conjunto de España ante los delincuentes y asesinos de ETA? ¿Qué más vamos a entregarles?

Lo único que las víctimas tenían, respeto, ya no existe. Ahora son asociaciones politizadas, contra las que se tratan de organizar revueltillas del tres al cuarto en orden a dividirlas, a desprestigiarlas, a denigrarlas... más.

Yo, desde hace unos días, sólo tengo una imagen en la cabeza.

Es un cementerio, pequeño, de un pueblo seguramente. Hay una lápida, de una víctima de ETA. Ante ella, un hombre y una mujer mayores. Ella, con un trapito y un pequeño caldero de color azul lleno de agua, se inclina sobre la lápida con los ojos lagrimosos y suspiros incesantes saliendo de su boca, alternados con un "hijo mío!" que hiela el alma. Él la mira, se resiste a llorar. Son muchos años llorando, y sabe que si suma las lágrimas a las de su esposa, jamás podrían parar.

Ella sigue limpiando la lápida, hasta que considera que ya está suficientemente limpia. Y entonces empieza a besarla. ¡Hijo mío!. No para de decirlo. Posa su mano sobre el mármol, frío. Parece que está abrazando al ausente. El marido hace fuerza con los labios para retener las lágrimas que se quieren escapar de sus ojos.

Ella deja un pequeño ramo de flores: ella misma las cultiva en un pequeño jardín. Son de varios colores: azules, blancas, amarillas... y vuelve a besar la lápida antes de que su marido la coja del brazo para ayudarle a levantarse. Retoman el caldero como tantas otras veces, y las flores del día anterior, o quizás del anterior al anterior, y tras una mirada detenida a la lápida y un adiós casi imperceptible, abandonan el cementerio.

Al día siguiente, vuelven a hacer lo mismo.

Pero solos.

Nadie está ahí para darles una palabra de aliento. Nadie está ahí para darles ánimos. Nadie está ahí para ayudarles a sentir menos el dolor, la ausencia. Están solos.

Es triste pensar que las víctimas están solas.

El sábado, día 10, hay una cita en Madrid:

La Asociación de Víctimas del Terrorismo ha convocado una concentración el próximo 10 de junio en la Plaza de Colón de Madrid, a las 18.00 horas, bajo el lema “Queremos saber la verdad”. A través de esta iniciativa la AVT desea expresar su más absoluta exigencia de que se conozca toda la verdad de lo acontecido el 11 de marzo de 2004, puesto que son numerosas las dudas y los interrogantes que cuando han pasado más de dos años de tan triste fecha, todavía se ciernen sobre la investigación del caso. Asimismo, la AVT desea a través del presente evento mostrar su más absoluto rechazo a cualquier tipo de cesión ante los asesinos de la banda terrorista ETA, coherentemente con el espíritu de nuestro lema “EN MI NOMBRE NO”. Con motivo del acto programado, la AVT anuncia que a lo largo de toda la jornada tendrán lugar distintas actividades destinadas a concienciar a la ciudadanía sobre estos temas. Por lo tanto solicitamos a los ciudadanos su presencia con el fin de que nos acompañen en tan importante evento.

Aquellos colectivos cívicos y asociaciones que decidan sumarse a nuestra iniciativa deben comunicarlo a través de la dirección de correo electrónico habilitada a tal efecto ( concentracion10j@avt.org ) antes del próximo lunes 5 de junio.



Porque las víctimas llevan demasiado tiempo solas.


Porque ellas son lo primero.

Por las víctimas.

¡Negociación en mi nombre NO!



A LA MUERTE

I

Muerte,
fatal término, ausencia por siempre.
Sólo el campo yermo que nos recibe,
de su tierra, nuevo abono.

Nunca más la fragancia de la brizna de hierba
ni el arder de encendidos leños;
tampoco la fina llovizna de la ola rompiente
en el rostro de frescura ávido.

II

«Era nuestra madre», dirán después los hijos
con ternura en los ojos.
El dolor de la ausencia, olvidados objetos
mañana joyas auténticas.
«Ella decía...», repetirán las frases
antes molestas
a causa de desgano
o ansias de silencio
o sueños de libertad.
Sílabas musicales enhebrarán palabras en recuerdos imperiosos,
desesperación de volver a vivir en el tiempo...
Tarda respuesta a un canto de amor.

«¿Recuerdas aquel gesto?
»¿Y su sonrisa triste?
»¿Y su pensamiento fijo en nosotros?
»¿Sus manos, suavidad de alas rozando nuestros rostros?
»¿El paso quedo junto a nuestro lecho en la alta noche
y el murmullo de plegaria para encomendarnos a Dios?»

III

Poco a poco el ausente
más lejos cada vez en el recuerdo
—que alguien siempre lo reemplaza—;
sus cosas van perdiendo la fragancia que de él se desprendía,
impregnándolas;
la manera de inclinarlas no es la misma
y en el tiempo
va cambiándoselas de sitio.
Cada día su nombre acude menos al labio.
Las lágrimas en manantial ya no brotan;
tan sólo de a una
que se enjuga furtiva.
Hasta que todas secan
agotada la fuente de dolor.
Un velo cubre entonces la imagen en la retina,
la maleza oculta la antes nítida figura en todo paisaje,
visten los ambientes colores de seres distintos
que distraen,
va el alma tras vivencias nuevas.
Y un día
se llora el olvido.

(Tú, Muerte tan temida,
sólo eres un pretexto:
el olvido es más cruel que tu guadaña.)

Marilina Rébora


1 Comentarios:

El próximo día 10 hay que demostrarles a las víctimas que no se encuentran solas. Pero no solo hay que demostrarselo ese día, hay que demostrarselo día tras día, dandoles nuestro cariño, nuestro respeto.

El gobierno debería escucharles alguna vez, seguramente les iría mejor las cosas. Pero como lo suyo no es escuchar lo que no les interesa, habrá que recordarselo de la forma que sea. Y si esa forma es estar en Madrid junto con otros muchos españoles de bien, allí estaremos.

Un besote enorme, Pasota

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