Gracias a Salerosa por esta colaboración con el blog Críticas y Otros Cuentos. Sin más, os lo pongo:

Empezó la campaña de la Renta 2005, y es que Hacienda somos todos, pero algunos, además de pagarle a Hacienda, lo que no sabemos es que pagamos a Polanco.

La Agencia Tributaria, este año, como el pasado, nos da la “facilidad” o la “obligación” de concertar cita previa si queremos que nos realicen el borrador o la declaración. Si no pides cita previa, la declaración tienes que confeccionártela por tu cuenta, ya sea “peleándote” con el programa P.A.D.R.E. o pagando unos euritos a una Asesora Fiscal donde te la elaboren.

Los ilusos contribuyentes, cuando llamamos al teléfono de cita previa, un 901 nosequé, creemos que estamos llamando a la Agencia Tributaria, y no es así, estamos llamando a una central de llamadas de la empresa CATSA (también encargada de gestionar las llamadas a Digital Plus), propiedad de Jesús Polanco. Allí, unos cientos de teleoperadores, contratados en situaciones paupérrimas (contratos por obra y servicio de un mes y medio como máximo de duración, en los cuales el periodo de prueba es de un mes pudiendo entonces ser “explotados” en los primeros días de campaña y cuando el nivel de llamadas baja poder echarlos a la calle antes de que finalice el contrato abduciendo la “no superación del periodo de prueba”) y con unos conocimientos tributarios que no van mas allá de un cursillo de tres días, nos dan la cita previa como buenamente pueden, con indicaciones que van cambiando día a día.

Ese teléfono, el 901 no es gratuito, sino que la mitad del coste de la llamada lo paga el contribuyente, y ese dinero que nos gastamos en la llamada no va a Hacienda, sino a las manos del emporio financiero del Sr. Polanco, lo cual se suma a lo que la Agencia Tributaria le paga por ofrecer el servicio.

Es cuanto menos “curioso” que con todas las empresas de “telemarketing” que hay en España, el convenio para gestionar las llamadas de cita previa para la declaración de la Renta, se hagan con una empresa perteneciente al Grupo Sogecable (como así ha sido reconocida por el T.S. en sentencia promovida por un grupo de trabajadores de CATSA, que pedían que se les reconociesen las mismas condiciones laborales que a los trabajadores de Sogecable).

Al final la Operación Malaya nos va a parecer una minucia!!!

A ello debemos añadir el escándalo recientemente descubierto tras observarse que muchas de las declaraciones que se envían hechas a los domicilios de los declarantes, venían con la cruz de las aportaciones con fines benéficos puestas ya en el recuadro que otorga la decisión al Gobierno, con lo cual, se impide la elección de la Iglesia como destinatario último de ese dinero. Como excusa, tan sólo que a muchas personas se les olvidaba hacer una cruz en cualquiera de las casillas...