Eso que dicen de que el deporte da salud, a veces es mentira. A veces te la quita, sobre todo si has estado una semana sin entrenar, y entonces descubres unos elementos llamados agujetas que te llevan por el mal camino.

Pero si, es cierto, el deporte es salud. El practicar algún deporte de vez en cuando es algo que el cuerpo agradece enormemente, y eternamente. Ya no es solo una salud física, es una salud psicológica, es liberarte, olvidar una serie de problemas que puedes arrastrar, y con el sudor sacar al exterior las malas pulgas que puedas tener en ese momento.

Pero también existe otro tipo de salud muy fuerte que se extrae con el deporte. Se llama compañerismo, sobre todo hablando de deportes de equipo. Se extraen muchas otras cosas, como compromiso, solidaridad, y en muchos casos, también algo conocido como amistad, ese gran desconocido, y más en estos tiempos que corren. Así que se agradece cuando en el deporte, o a través del deporte, conoces a alguien con quien merezca la pena compartir algún que otro minuto a lo largo del día.


Pero no solo el practicarlo puede deparar en esa amistad que he citado anteriormente. También puede surgir viendo un partido de futbol, de balonmano, o de baloncesto, con la persona que tienes al lado, o con cualquiera que pueda aparecer en ese momento, y siempre tienes tema al que recurrir en ese preciso instante.

Aunque tampoco últimamente es necesario estar en dicha cancha de deporte para tener esa amistad. La puedes tener respecto al deporte en un chat, en un foro, o por el mesenger. Pero esto ya es diferente.

Y a este último aspecto es al que le voy a dedicar las siguientes lineas. Anoche tuve una tertulia de basket muy distendida con una grandisima amiga, con la que no me importa robarle horas de sueño a la noche. Y es que el deporte une a naciones, los grandes equipos no tienen fronteras, pero las grandes personas mucho menos. Gracias, eternamente gracias, mi grandisima amiga. Y ya sabes que si hay que cruzar esas fronteras, cuando quieras