Tierra de Hombres

27 marzo, 2006

Ahora que ya no estás

España es una nación, dicen que de las más antiguas del mundo (a pesar de los revisionistas). Tanta edad, supone acarrear un bagaje cultural que si bien es vasto y pluridisciplinar, se ve muy a su pesar sometido no sólo a revisionismos, que también, sino a encasillamientos, lo cual conlleva per sé que según lo que leas, las películas que veas, o la música que escuches, eres buena, mala o regular.

Esa misma historia, esos mismos caminos inexcrutables que nos han ido trayendo hasta el día de hoy, esperemos que nos sigan llevando hasta un lejano mañana, nos han supuesto dolores y alegrías por miles, o por millones. No voy a hablar de Calderón de la Barca, o de Cervantes, o de Picasso, Zurbarán, Sorolla... ni tampoco de otros de los grandes en otras "artes" o ciencias, como Ramón y Cajal, Giner de los Ríos, ... Podrían ser muchos los que ocuparan estas líneas, pero hoy es un día de luto especialmente para un nombre: Rocío Durcal, o María de las Heras.
Seguramente si alguien está leyendo ésto, se pregunte cómo puedo dedicarle un artículo a Rocío Durcal, pero sería difícil resumirlo en una razón, así que trataré de expresarlas todas. La primera, y la más importante, porque se lo que es ver los resultados de un cáncer en una persona querida, se el dolor que supone, tanto interno como externo, una quimioterapia o radioterapia, y sabiendo eso, no he podido durante estos años en los que María, o Marieta, ha estado enferma dejar de admirarla. Una fortaleza que le llevaba a asumir la enfermedad, con una sonrisa incluso cuando seguro tenía dolor en algún lugar de su cuerpo, o incluso en todo. No se escondió ni un sólo segundo: como todos los enfermos de cáncer, y debido al tratamiento, perdió su melena, y se puso un sombrero, se hinchó, y se compró ropa nueva, avisando a todos que iba a tener que ponerse a régimen cuando se pusiera buena, y todo, siempre, con una sonrisa que seguramente contagió a toda su familia. No puedo dejar de admirar esa fortaleza que demostró durante tantos años de enfermedad.
He oido decir varias veces que el cáncerle había vencido la batalla, y no estoy de acuerdo, porque Rocío asumió la enfermedad como algo natural, y siguió haciendo su vida normal, adaptándola a ella. Eso no es ser vencida por el cáncer, ni mucho menos resignarse.
Otra de las razones por las que la admiro desde hace tiempo, es por su carrera profesional. A veces, escuchando a hablar a esos nuevos analistas cinematográficos que copan papeles y programas de televisión, pareciera que el cine español lo inventaron Almodóvar, Trueba o Garci, y se olvidan, o peor aún, reniegan de un cine anterior que nos ha hecho a muchos pasar buenos ratos ante un televisor.
A mí me gusta el cine español, ese cine donde se contaba algo que podías identificar, como la escasez de algunas casas, la vida diaria en un barrio obrero, donde las películas tienen una historia con la que te puedes identificar en unas cosas o en otras, o si no es así, al menos te sirve de entretenimiento.
Son muchas las personas que se ríen de las películas de los 60 o los 70, y si dices que has visto una de esa época te llaman carca o cualquier otra cosa. Pero a mí me dicen muchas cosas esas películas: he visto la evolución urbanística de Madrid gracias a ellas, o de Barcelona, he visto la evolución de la calidad de vida y de los principios y valores, evolución de la música y del pensamiento. Esas películas son una fuente inagotable e impagable de datos para analizar la historia de España, que quizás en un futuro, y ojalá así sea, serán valorados en su justa medida. Hoy por hoy no es así. Pero lo digo, a mí me interesan muchísimo tanto personalmente como profesionalmente esas películas.
Y más aún, desde niña he crecido con ellas, porque en mi casa siempre se han visto, e incluso alguna de ellas tenemos en vídeo. Mis padres, mis bisabuelos, mi abuela, ... e incluso generaciones más jóvenes como mis primos, han disfrutado de ellas, o lo hemos hecho. Tengo casi 27 años y me siguen gustando.
Rocío Durcal empezó jovencísima, en un tiempo en el que el márketing era un concepto no inventado, o al menos sin el contenido y la importancia que tiene actualmente. Por aquel entonces, o gustabas, o no gustabas, no había más, y ella gustó mucho porque tenía una mirada vital, y una voz grandiosa, y sobre todo porque era muy natural, una chica más ("Más bonita que ninguna", que decía en una canción, y se ha escuchado tanto estos días). Y en aquellos difíciles momentos, con la escasez de medios y las dificultades que hubo, consiguió conquistar no sólo España, sino América, una chica pequeña y a la vez tan grande.
Rocío Durcal fue otro caso más de esos que llevan el nombre de España por el mundo para bien, y hacen que mucha gente nos ame a través de ella. Sólo hay que darse hoy un paseo por los periódicos latinoamericanos para darse cuenta del enorme cariño que se la tiene allí.
Pero aquí somos como somos, y jamás hemos valorado a la gente de valor. Ella lo era.
Sobre todo por otra de las razones que me llevan a admirarla, que es la faceta de persona, y en este caso, la más importante. Porque era ante todo buena persona, una persona que no comerciaba con su vida, ni lo pretendía. Decía a la gente las cosas a la cara, a las claras, y quizás por eso no tiene enemigos, porque con gente así es difícil llevarte mal. Sobre todo, estaba ahí para cualquiera que la necesitase, con una palabra o un abrazo dispuesto, y sobre todo, porque era su principal característica, con una sonrisa. Esa sonrisa que, dicen, no la abandonó ni siquiera en el momento en que falleció en su casa, con toda su familia alrededor adorándola igual que hicieron mientras vivió, y no era para menos.
Fue una mujer triunfadora, pero jamás compitió con nadie, salvo consigo misma. Ambiciosa, sí, porque cada vez que cantaba una canción, quería hacerlo mejor que la vez anterior, pero no porque mirara de reojo a otras cantantes o actrices. Puso cara y sentimiento a una de mis novelas favoritas, "Marianela" , de Benito Pérez Galdós, de una forma en la que antepuso su interés cultural o personal a un interés, en una época donde se llevaba el destape y la belleza, comercial. Y lo hizo, a mi gusto, con bastante éxito, aunque me quede con la versión de Mary Carrillo (y eso no desmerece a Rocío Dúrcal, para nada).
No sólo fue actriz, sino cantante. Recuerdo mi infancia escuchando de fondo en casa sus cintas (por aquellos años), y mis padres cantándolas mientras hacían la comida, fregaban, preparaban chocolate, o simplemente, estaban sentados en el sofá, cantándolo (desafinando mientras yo les miraba y me sonreía, por un lado pensando lo mucho que se quieren, y por otro de lo mal que lo hacían). Sus rancheras, sus baladas, sus coplas... todo les gustaba, o todo nos gustaba, porque a mí también me daba, muy de vez en cuando, por desafinar con ellos, o mi madre me cogía en brazos y me daba vueltas para "enseñarme a bailar". Son muchos los recuerdos bonitos, muchas notas en esos recuerdos.
María se enamoró... se casó... tuvo tres hijos... y a la vez fue una estrella, y como tal se mantuvo toda su vida, e incluso más allá de su vida terrenal, seguirá siendo una estrella, porque una persona tan válida, será imposible de olvidar por cualquiera que haya disfrutado de tan sólo una de sus sonrisas, de sus miradas, o de sus películas.
Descanse en Paz y que desde allá arriba, cuide de tantos enfermos que tenemos aquí, que les hace mucha falta, si no es para que se salven, sí al menos para que se puedan ir en paz como ella consiguió hacer.
Va por tí M.T., mucha gente te necesita, así que fuerza y recupérate.




Fue un placer Conocerte



Te dedico esta canción


Que Ya No Estás
[Rocío Durcal]

Que ya no estas
Dijo el suspiro que de mi pecho se me escapo

Que ya no estas
Dijo esta lágrima que mi mejilla humedeció

Que ya no estas
Dijo la rosa triste y seca que esta en el jardín

Que ya no estas
Que nuestra historia tan bonita ya llegó a su fin

Que ya no estas
Que te has marchado y que ya nunca a mí vas a volver
Que me has dejado sola triste y sin tu querer

Todo me indica en realidad que ya no estas

Que ya no estas
Con ironía dijo el recuerdo que dejaste en mi

Que ya no estas
Pero te puedo acariciar dijo el recuerdo sí

Que ya no estas
Y una esperanza que es mi amiga me invita a soñar

Que ya no estas
Pero la triste realidad me grita que no estas

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