Tierra de Hombres

12 octubre, 2005

"El traje nuevo del Emperador" [Las Críticas]

Los cuentos antiguos encierran muchísimas lecciones necesarias de aprender entre sus historias. Éste, de Andersen, es un claro ejemplo. La historia de un emperador a quien lo único que importaba era él mismo, ni su pueblo, ni sus ministros, ni nada más que él mismo, y ser recordado en la historia mundial.

Así es como yo veo a nuestro presidente, a Zapatero: una persona que antepone sus ideas, a lo que de verdad es conveniente para España. Una persona capaz de agitar a unos partidos cuya intención es terminar con España, y separarse de ella, para que plasmen esos deseos en un documento, y además les asegura que va a aprobar ese documento, “sin cambiar ni una coma” (ahora ya se ha desdicho… como tantas otras veces). Una persona que ha conseguido que en año y medio de legislatura, no haya sido aprobada ninguna moción presentada por el mayor partido de la oposición, el PP, y aún sigue echándole la culpa de todo lo que hace mal el propio gobierno (ahora, resulta que el PP está metiendo miedo a la población con el Estatuto… pues sí que tienen poder, porque se lo han metido incluso a Ibarra, Bono, Cháves, Barrera, etc.). Ese es el gobierno que nos ha caído encima.

Tenemos un presidente narcisista, egoísta, político, solamente político, pero incapaz de gobernar. Un presidente que día sí, día también, nos habla de las bondades de la izquierda, y las maldades de la derecha, de los horrores de la Guerra Civil (eso lo sabemos todos, y los hubo por todos los bandos, que es algo que desgraciadamente olvida), un presidente cuya línea principal de política internacional está en Marruecos (régimen totalitario), Cuba (régimen totalitario), y Venezuela (régimen totalitario). Y si añadimos a esto, su manera de gobernar, ¿acaso esa es la fuente de la que bebe? ¿Acaso ese es el espejo en el que quiere que España se mire? ¿Nos está sumiendo en un régimen totalitario?

Aún recuerdo cuando estaba en la oposición: hace falta un gran pacto de Estado para inmigración… terrorismo… educación… política internacional… así se pasaba el día, hablando de la necesidad de hacer grandes pactos de Estado entre los dos partidos principales. Le llamaban “don pactitos” en el Guiñol de Polanco, inclusive, porque sólo hablaba de pactos, diálogo, y consenso, una y otra vez. Un día, nos salió con una idea brillante: el Pacto por las Libertades y Contra el Terrorismo. A priori, no voy a negar que mis reticencias tuve, pero personalmente pronto pensé en que era una necesidad en la situación en la que teníamos a ETA en ese momento. Y cuando Aznar y su Gobierno decidieron suscribirlo, me alegré, y pensé que se habían dado pasos firmes para demostrar a ETA la unidad de los españoles en su contra, la unidad del 90% de los españoles en su contra (los nacionalistas no tenían el fin de ETA como objetivo… al menos, no por medios de justicia y libertad, sino más bien tratándoles como “políticos” más que como terroristas. Un demócrata que se precie no puede pasar por ahí). Y ese Pacto se dialogó, costó mucho, pero se consiguió hacer, y firmar.

Y con ese Pacto, se llevó a ETA a un ahogo, a un acorralamiento, se la empezó a dejar sola, y a remarcar que ETA era una banda terrorista, y punto, no una banda terrorista que luchaba por los vascos, como muchos querían hacer ver. Fue muy importante el pacto.

Fue. Ya no es. Ahora ese es un escollo en el camino socialista, o mejor dicho, en el camino del presidente socialista. Ese presidente que levanta el puño sin pudor, ese puño que se ha llevado por delante tantas vidas bajo la supuesta “lucha obrera”… pero tantas vidas. Ese mismo puño que los etarras también levantan, que Castro también levanta, que en China también levantan, y en Corea… ese mismo puño. ¿Qué se puede esperar de una persona así? Yo, poco, yo, nada. No espero más que el final de ésta tortura, pero para ello, los propios socialistas deben darse cuenta de que el camino por el que nos lleva este presidente, es el de la división, el del rencor, el de reabrir heridas aún mal curadas, el de dividirnos entre “buenos” y “malos”.

Estamos en un mundo de retos, competitivo, donde todos necesitamos unos de otros, y eso nos obliga a llevarnos bien. Pero a nuestro presidente eso no le interesa. Nuestro presidente es capaz de discernir entre los buenos y los malos, como si fuera un niño pequeño: ese sí me gusta, es bueno. Este no me gusta, es malo. Con Cuba sí, que son comunistas. Con Alemania, si gana Merkel, no, que es de la derecha. Y con Polonia tampoco, que también son de los malos. Y con EEUU tampoco, aunque si es Bush el que llama… sería diferente, claro. Si él llama, y no se enteran esos que me votaron por no levantarme ante la bandera de un país de varios cientos de millones de habitantes, porque no le gusta su presidente.

A eso me refiero con el traje nuevo del emperador: Zapatero quiere ser admirado, y no le importa quién le alabe, mientras que lo haga. Si Castro le dice qué bonitos ojos tienes, es que Castro es bueno. Si Merkel dice que los matrimonios homosexuales no son matrimonios, y que el que en España se hayan “legalizado” es absurdo, es que es mala y de extrema derecha. Si Mohamed de Marruecos dice que desde la llegada de Zapatero, España y Marruecos vuelven a ser hermanos, es que es bueno. Si Reino Unido pone en cuestión alguna de las políticas internacionales de Zapatero, como por ejemplo un apoyo incondicional a Palestina despreciando a Israel, es que son malos. Y así nos hemos venido moviendo los últimos meses, desde que Zapatero ganó las elecciones tras el 11-M.

Medidas totalitarias, concesiones a los minoritarios para recibir su apoyo, negociaciones encubiertas con unos terroristas que tan sólo tratan de rearmarse aprovechando los deseos de paz de los demócratas, legalización de los matrimonios y adopciones homosexuales, diciendo que quienes se oponían era homófobos (ni siquiera se concedió el derecho de explicación, se aprobó y punto… pero de eso hablaré otro día), no radical a una comisión por el incendio de Guadalajara, a cambio sí a comisiones en las que se señaló con el dedo al gobierno de Aznar como culpable del accidente del Yak y del Prestige, y una comisión del 11-M que terminó como empezó, sólo que se descubrieron tantos episodios oscuros que algunos empiezan a preguntarse si el PSOE sabía algo o no (yo por mi parte, me niego a pensar que al partido que ahora mismo gobierna le interesara más conseguir gobernar que impedir la muerte de 193 personas, me niego), etc. Tantas cosas.

El traje nuevo de nuestro emperador sigue confeccionándose: Carod, Maragall, Ibarreche, Castro, Chávez, Chirac, Schroeder, etc… Entre todos estos sastres, sumándoles al corrupto Annan (que ahora mismo, se agarraría a un clavo ardiendo con tal de sacarse una fotografía con alguien limpio que le apoyara y le diera un pase, tras los asuntos de corrupción que le han salpicado tan de lleno)… son sastres que están alimentando el ego del presidente, con falsas expectativas, con falsas palabras, con falsos compromisos, y con falsos halagos. La Alianza de Civilizaciones: ¿alguien pone en duda que el mundo “civilizado” está unido? Pero, ¿y los no civilizados? ¿Y esas personas que supuestamente en el nombre de Alá matan? ¿Y esas personas que supuestamente en el nombre del trabajador, le acosan y someten? ¿Y esas personas que roban a sus pueblos, quienes se mueren de hambre, haciéndoles crecer deudas externas? ¿Y esas personas que utilizan las armas para conseguir el poder dentro de sus países, y allí hacen lo que les da la gana sin respetar las necesidades de su pueblo? ¿Esos son civilizados o no? ¿Serán esos los socios de la alianza?

Pero poco a poco, nuestro presidente va quedándose desnudo. Sus servidores van abandonándole, van traicionándole: Chirac hace negocios suculentos con Bush, Schroeder está a punto de perder el poder en Alemania, Carod ya dejado claro que su fin es la independencia de Cataluña (a pesar de que Zapatero trate inútilmente de decir lo contrario), Maragall le amenaza con una escisión del PSC dentro del PSOE, Castro se niega a venir al desfile de las Fuerzas Armadas del día 12 de Octubre (¡¡gracias a Dios!!), y Chávez viene con intención de hacer “negocios” (armamento, posiblemente, que después venderá a las FARC colombianas para mayor sufrimiento del ya más que masacrado pueblo de Colombia).

Y Zapatero cada vez está más desnudo. Sus propios ministros se van dando cuenta de su desnudez, algunos incluso están mirando la manera de desaparecer (se dice que Solbes está tratando de ver cómo volver a la UE, de la que según sus palabras “nunca debió haber salido”, y Bono no sabe por dónde tirar, ni Sevilla,…).

Y el pueblo, también empieza a ver esa desnudez: desnudez ante la inutilidad de un gobernante, la politización del día a día, los chascarrillos, las mentiras, una tras otra, la opacidad de su política, la inutilidad de su gestión… y más. Tanto…

Zapatero está desnudo. Y Zapatero se está quedando sólo. Ahora sólo nos queda ver cómo aquellos que supuestamente le admiraban, empiezan a abandonarle, a abandonar un barco que ha empezado a resquebrajarse y a hacer aguas, un barco en el que sólo espero que sólo vaya un Gobierno y sus aliados, y no toda la nación española.

Espero que España siga siendo grande, a pesar de Zapatero. Pero por lo pronto, espero que Zapatero, no acabe con España.


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